Monday, January 17, 2005

La Sentencia

Aún no le conocía, aún no le tenía y ya le extrañaba, ya le soñaba.
Tenía tantos planes para él y por supuesto para ella también.
Aunque en un principio no le deseaba, y desde muy pequeña dijo no tener ganas de tener un hijo, las cosas habían cambiado, y ahora si quería uno. No en ese momento, por supuesto de hecho aún le faltaba conocer al padre, pero ya tenía claro que si quería tenerlo, había decidido ser la gestora de un gran sistema solar.
Mozart para la espera, Van Gogh para sus primeros colores, Da Vinci para sus primeros pasos, Scout para su infancia, adolescenia y juventud; el Manuel de Salas para su educación.
Nicolás, Sebastían o Esteban; si era niña sería Almendra o Sofía.
Nunca fue al ginecólogo, cualquiera niña tiene miedo de ir, y si la madre no insiste todo queda bajo el talud de cosas pendientes.
Fue mera curiosidad, quizás por la edad (bastante avanzada), por nada en especial, o por temor.
Nunca se espero algo así, las palabras del doctor Echeverria fueron abasalladoras: No óvulas, técnicamente eres infértil.

Entre latidos, sudor y calor, sus pupilas se dilataron, su boca se seco, sus piernas se movieron, Da Vinci y Van Gogh se fueron por un café, Mozart interrumpió su sinfonía, Almendra y Sebastián fueron adoptados. Sofía, Nicolás y Esteban fueron trillizos en algún lejano hogar. Y ella seguía sudando, arriba de la micro con el veredicto en su mano y una triste y solitaría lágrima que se mezcló con su transpiración y con un nube negra en su corazón.

1 Comments:

Blogger konus said...

:( fuerte, sensible y fuerte.

January 18, 2005 at 8:37 PM  

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